Iván «Bambi» Aguilera: Pasión y compromiso con Farellones
Iván «Bambi» Aguilera, montañista nacido y criado en Farellones, representa la tercera generación de la familia Aguilera en la zona. A sus 30 años, es entrenador, músico, formador y miembro de la comisión técnica de la Escuela Nacional de Esquí. Destaca su labor como profesor y líder de las ramas de esquí y escalada del Colegio Farellones.
¿Cuál es tu historia de vida y de dónde nace el impulso para convertirte en lo que eres hoy?
Mi infancia fue sencilla; mis padres, siendo jóvenes, siempre me inculcaron valores para progresar en la vida, trabajaron como conserjes en La Parva, lo que me permitió conocer de cerca el esquí. Observaba a los esquiadores con admiración y, como hijo de conserje, obtuve mi primer pase de temporada. A los diez años, nos mudamos a nuestra casa en Plazoleta Negra, curva 21.
Las becas para ser parte de un club de esquí eran escasas en esa época. Obtuve una a los diez años para el Club Valle Nevado y subía a entrenar haciendo dedo desde mi casa. Ahí descubrí el mundo de la competición, el sentido de pertenencia a un club y valoré el rol de los entrenadores. Competí hasta los 16 años y, durante mi aprendizaje en el colegio, tuve motivadores importantes como Sebastián Cartes, Totón Torres y Cristian Agües, hoy en Corralco.
Desde niño, mi vida fue una lucha constante por realizar mis sueños, a pesar de quienes decían que no lo lograría. A pesar de mis excelentes calificaciones , mi sueño era ser músico e instructor de esquí. Estudié en el conservatorio de canto y, en paralelo, trabajé en Ski Chile Hotel. A los 18 años, con una beca del 50% de la de la Escuela Nacional de Instructores , realicé el nivel 1 de instructor. A los 20, fui seleccionado en el demo team que representó a Chile en Ushuaia, experiencia que repetí en Bulgaria y Finlandia. También hice cinco temporadas en Andorra.
Hoy entreno la categoría U14 en Ski Club La Parva y, durante los veranos, participo en sus Ski Camp en Italia. Además de ser músico, dedico la mayor parte de mi tiempo al proyecto de educación de montaña del Colegio Farellones, liderando las áreas de esquí y escalada.
¿Cómo vinculas tu trayectoria con el desarrollo de Farellones? ¿Cuál es tu visión desde lo personal a lo colectivo?
Mi historia de vida me ha enseñado a tener inquietudes y a ser perseverante, buscando soluciones para llevar a cabo mis sueños, empoderarse como alguna vez me dijo Benjamín Varela, creo también fundamental relacionarse con respeto, siendo protocolar y reconociendo los aportes de los demás.
Esta es la base de lo que intento inculcar en los diferentes espacios donde aporto: como entrenador en la Escuela de Esquí La Parva, como formador en la Escuela Nacional de Esquí, miembro de la comisión técnica y líder del equipo demo, y, sobre todo, en el colegio, donde paso más tiempo con mis guías, jóvenes y niños. También desde la música, habiendo impulsado el festival de Farellones.
En lo cultural, ¿qué hace falta para que Farellones se convierta en lo que muchos queremos?
Hace falta comunicación y colaboración entre las diferentes partes. Por las condiciones, los de montaña somos algo ariscos e individualistas; esto también trasciende a vecinos y propietarios. Falta propiciar lugares donde conectarnos y soñar juntos para buscar sinergias entre las partes.
¿Estamos avanzando en este sentido? ¿Cómo ves a las nuevas generaciones que están aportando al desarrollo de Farellones?
Claro que sí. El colegio se ha transformado poco a poco en ese punto de encuentro de Farellones, donde profesionales de la montaña, vecinos y sus hijos se han encontrado en un lugar común. Entre las nuevas generaciones hay movimientos; por ejemplo, Evelyn Gallardo está impulsando la actividad arriera, o Kike Ramírez se ha especializado en seguridad, liderando la brigada de emergencia de Farellones. Pero falta nueva energía también en otras áreas como el turismo.