La Virgen de las Nieves vuelve a mirar Farellones : Restauración del fresco
Restauración del fresco y memoria viva de la capilla del pueblo de montaña
La pequeña ermita de la Virgen de las Nieves, en el corazón de Farellones, está viviendo una segunda primavera. Tras décadas de deterioro y del casi total desvanecimiento de su fresco original, un equipo de restauración de la empresa Occitania, liderado por sus socios Marta Rebora y Carlos Sotelo, junto a los restauradores Daniela Sepulveda y Julio Acuña, trabaja para devolverle al campanario la imagen que acompañó el nacimiento del pueblo de montaña.
Este proyecto de restauración ha sido impulsado por la Corporación de Adelanto de Farellones (CAF) y la Corporación Cultural de Lo Barnechea, que mediante el apoyo a una subvención municipal hicieron posible contar con el financiamiento necesario para la obra. Agradecemos también de manera especial al arquitecto Juan Luis Martínez por sus aportes en la investigación y documentación de la historia de Farellones y de esta capilla.
Una capilla nacida junto al sueño de Farellones
La capilla de la Virgen de las Nieves se levantó hacia finales de la década del 30, en torno a 1936–1937, casi en paralelo al inicio del proyecto de convertir Farellones en un pueblo de montaña. Las piedras utilizadas en su estructura provienen de canteras locales: roca del mismo Farellones, trabajada a mano y dispuesta con la lógica de quien conoce el clima, la pendiente y el paisaje.
En el proceso de investigación previo a la restauración, el equipo de Occitania fue encontrando nombres de quienes donaron la capilla y el mural original. Esa trama de aportes habla de una comunidad pionera, súper organizada, con una mirada clara sobre cómo habitar la cordillera: no para arrasarla, sino para convivir con ella.
Farellones: arquitectura y comunidad que dialogan con la montaña
Para los socios de Occitania, más allá del fresco, Farellones es un lugar arquitectónicamente único dentro de los centros de montaña de Santiago:
A diferencia de otros centros invernales, Farellones es muy respetuoso con el medio ambiente y el paisaje. No hay grandes construcciones que rompan la vista; las casas dialogan con la naturaleza.
Esa misma filosofía aparece en la historia de la capilla, en el uso de piedra local y en la decisión de recuperar su fresco original. La restauración de la Virgen de las Nieves se inscribe en esa forma de entender el territorio: cuidar lo que ya existe, ponerlo en valor y transmitirlo a las nuevas generaciones.
Primero, sanar el muro: morteros compatibles y protección
Antes de pensar en pintar, había que devolver estabilidad al soporte. El equipo de Occitania comenzó por liberar todo el material suelto: estucos fisurados, partes degradadas y sectores que podían desprenderse con los cambios de temperatura o humedad.
En su lugar se aplicaron morteros modernos utilizados habitualmente en restauración patrimonial: biocalces y morteros a base de cal y silicato, compatibles con la piedra original de la ermita. Esta compatibilidad permite que el muro respire, maneje bien la humedad y tenga una larga vida útil, siempre que se mantenga una buena mantención y cuidado del edificio.
Encima de estos morteros se trabajó luego una capa de pintura a base de silicato, mucho más resistente y estable que una pintura común.
¿Por qué la torre está blanca?
Para muchos vecinos fue chocante ver que, en medio del proceso, la torre comenzó a verse completamente blanca. ¿Se estaba “modernizando” la capilla? ¿Se estaba tapando la piedra?
Desde Occitania explican que la decisión no fue antojadiza, sino el resultado de una investigación histórica a partir de documentos y fotos antiguas:
Efectivamente, la torre era blanca, con una capa de pintura que cubría la piedra.
La nueva capa de silicato cumple así una doble función: protege los morteros y la estructura, y al mismo tiempo recupera la apariencia original de la torre, tal como se veía en los primeros años de la ermita.
El fresco perdido del campanario
En el campanario, sobre las campanas y enmarcada por la espadaña de piedra, existió desde sus orígenes un fresco del artista chileno Alejandro Rubio Dalmati, pintor y muralista vinculado a obras religiosas y a la arquitectura de mediados del siglo XX, dedicado a la Virgen de las Nieves. Con el paso de las décadas, el clima extremo, la radiación, el agua y sucesivas intervenciones impropias hicieron que la pintura prácticamente desapareciera.
“Lo que nos trajo acá fue la recuperación del fresco del campanario…
con el tiempo se deterioró y se perdió, no quedaba rastro de la pintura.
Solo algunas manchitas de color que no alcanzaban a formar nada”,
explican desde Occitania.
Sin memoria visual clara en la comunidad, el punto de partida fue casi arqueológico: volver a mirar la piedra, las capas de estuco y las pocas huellas que quedaban, y cruzarlas con fotografías antiguas rescatadas en distintos archivos.
Reconstruir una imagen a partir de tres fotos
El desafío mayor estaba en el fresco: ¿cómo reconstruir una imagen desaparecida casi por completo?
El equipo de Occitania logró reunir solo tres fotografías relevantes:
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una vista frontal en blanco y negro,
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una imagen en diagonal, a color,
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y un acercamiento parcial del mural.
Cada una aportaba algo distinto: proporciones, tonos, detalles del rostro y del gesto de la Virgen. Pero ninguna, por sí sola, permitía reconstruir la pintura.
El proceso técnico fue el clásico de la restauración mural:
Cuadricular las fotografías para obtener proporciones precisas.
Trasladar ese diseño a un papelógrafo de gran formato, ajustando medidas y corrigiendo distorsiones.
Perforar las líneas del dibujo y, mediante el tradicional “tapazo”, transferir el diseño al muro.}
Sobre ese calco, comenzar el trabajo pictórico fino, ajustando color y volumen en diálogo con las fotos a color.
El resultado es una Virgen de las Nieves que vuelve a ocupar su lugar original en el campanario, con gestos y símbolos que hoy se entienden mejor gracias a la investigación iconográfica.
La Virgen de las Nieves: una imagen traída desde los pueblos de montaña de Europa
Uno de los hallazgos más interesantes del equipo fue el significado de la iconografía original. La Virgen de las Nieves es una advocación muy extendida en Europa, especialmente en zonas de clima frío y en pueblos de montaña. En Chile, en cambio, no tiene una presencia tan masiva, por lo que es muy probable que su elección en Farellones haya nacido de la experiencia de los pioneros del pueblo, que conocieron esta imagen en sus recorridos por pueblos de montaña europeos y decidieron traerla simbólicamente a la cordillera de los Andes.
Al analizar las fotografías y restos de pintura, el equipo de Occitania descubrió que:
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La Virgen aparece llevando en sus manos Jesús.
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El Niño Jesús sostiene en sus manos el mundo, reforzando la idea de protección universal.
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La postura de María es extraordinariamente plástica: levanta uno de sus brazos sobre la cabeza, como si se protegiera de la nieve o del viento.
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Alrededor de la figura, las manchas que al inicio parecían suciedad resultaron ser copos de nieve pintados en el muro.
La imagen dialoga directamente con el entorno: una Virgen que protege al pueblo de alta montaña, en sintonía con el clima, la nieve y la geografía de Farellones.
Una memoria que se queda en la montaña
La restauración de la Virgen de las Nieves no es solo una obra técnica: es un gesto de memoria y futuro. La capilla vuelve a ser un espejo donde la comunidad de Farellones puede reconocerse: en su fe, en su historia, en su relación con la montaña y en su voluntad de cuidar lo que la hace única.